Hoy estamos de excursión en Cádiz, la tacita de plata.

En nuestro paseo por Cádiz entramos a la ciudad por el impresionante Puente de la Constitución de 1812, conocido popularmente como el Puente de la Pepa, el nombre popular que se le dió a esta consitució, la primera promulgada en la historia de España y muy liberal para su tiempo. Es un puente impresionante de casi tres kilómetros de longitud y que permite llegar al centro de la ciudad de forma directa. Cuando estamos arriba de él tomamos conciencia de la situación privilegiada de Cádiz, de donde reside esta ciudad, la más antigua de Europa, situada en un istmo, rodeada completamente de mar y ya en estos momentos, sin posibilidades de crecimiento. Su situación geográfica le ha conferido una papel fundamental en la historia de la civilización occidental a lo largo de los siglos.

Desde el puente, vamos bordeando la ciudad disfrutando de los diferentes rincones que esconde el borde marítimo de la ciudad. El puerto industrial, las murallas de San Carlos, los jardines de Alameda Apodaca, el Baluarte de la Candelaria, el Parque Genovés, el Castillo de Santa Catalina, la playa de la Caleta, el Árbol de la Mora para llegar a su famoso Malecón. Allí aparcamos y comenzamos a recorrer este paseo que linda con el mar y que nos lleva en dirección al centro histórico de la ciudad. En el Malecón de Cádiz se siente La Habana, de hecho hay una canción popular cuya letra lo expresa “La Habana es Cádiz con más negritos, Cádiz es la Habana con más salero” de Carlos Cano, un famoso compositor andaluz. Es muy común ver a los gaditanos paseando por el, pescando desde sus rocas e incluso buceando en sus aguas azules en diferentes momentos del día. Parece que estén conversando con el mar, contándoles sus cosas, los gaditanos mantienen una relación íntima con el mar con el que conviven desde siempre. La imagen del Malecón siempre está acompañada con la silueta de la Catedral de Cádiz al fondo, la Catedral de Santa María del Mar, una joya de la arquitectura andaluza, hacia la que vamos porque nos urge conocerla y adentrarnos en todos sus secretos.

Llegamos a la Plaza de la Catedral y lo primero que nos impresiona es su aspecto exterior. Es un edificio construido a lo largo de mucho años y en dos fases, de ahí sus dos tipos de piedras y sus dos colores. Las crisis económicas provocaron que la catedral tenga un estilo variado, a causa de las invasiones francesas y la posterior pérdida del poder sobre América.

Antes de adentrarnos en su interior, hacemos una parada para tomar un temtempie dulce en Casa Hidalgo, una de las pastelerias más antiguas de la ciudad con un surtido de dulces típicos gaditanos exquisito. Fue el primer establecimiento de la ciudad que comercializó las empanadas. Otros han seguido la estela pero sin acercarse a la calidad del producto de Hidalgo. Una clientela que se ha convertido en el principal anunciante de las excelencias del producto allí vendido. Como el roscón de Reyes o el turrón de Cádiz. Todo lejos de la pastelería industrial y de las masas congeladas. Será por eso por lo que prefieren limitar la producción diaria de pasteles y empanadas para que, al terminar la jornada, no haya quedado nada por vender y que cada día lo que se muestra en el expositor sea recién hecho, elaborado artesanalmente a primera hora de la mañana.

Tras nuestra pausa gastronómica, nos adentramos en la Catedral. La Catedral de Santa María es un espectáculo de luces en su interior, por sus ventanas y vidrieras entran los rayos solares cargados de una luz maritima, brillante, creando un decorado que parezca iluminado artificialmente. Es una catedral pequeñita pero con mucho encanto. La visita suele ser tranquila y sin colas, ni muchedumbre, lo cual regala una experiencia mística. A parte de este espectáculo de luces y contraluces, destaca su cripta de enormes dimensiones con techo y paredes de piedra que se encuentra situada justo debajo del altar mayor y que podría haber servido de decorado para cualquiera de las películas de la saga Harry potter. En esta cripta residen muchos de los personajes ilustres de la ciudad, entre ellos el famoso músico y compositor Manuel de Falla o el poeta Jose María Pemán.

Para terminar la visita subimos a su campanario, conocido como la Torre del Reloj, cuadrangular de piedra caliza desde el que podemos comptemplar unas magnificas vistas de toda la ciudad y el oceano atlántico. La subida la realizamos por una rampa circular a través de la cual vamos ganando altura paulatinamente y descubriendo a cada paso más azul del oceáno y blanco de las casas gaditanas. Desde allí, al igual que cuando entramos a la ciudad por el Puente de la Constitución, tomamos conciencia del bello lugar natural en el se encuentra Cádiz.

Terminada nuestra visita nos dirigimos a la Playa de la Victoria para tomar un baño y almorzar en uno de sus chiringitos y despedirnos así de Cádiz llevandonos la sal del Atlántico en nuestra piel y el estomago lleno. Esta playa cuenta con aproximadamente 3 kilómetros de longitud y está considerada la mejor playa urbana de Europa. Además lleva recibiendo la bandera azul de forma ininterrumpida desde 1987 y es la primera playa de España que cuenta también con una certificación de gestión medioambiental y de Q de Calidad Turística.

Nos vemos en el próximo artículo ;)

 

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